sábado, 7 de febrero de 2009

Zabé da Loca- ao vivo

Zabé da Loca, una paupérrima campesina de Pernambuco contando con mas de 80 años de edad, llegó al estrellato musical por la puerta de atrás. Empezó a tocar la flauta con siete años. El año pasado, dejó su casa de cartón para grabar en estudio un trabajo instrumental de música del nordeste...



La campesina "Zabe da Loca", como se conoce a Marques da Silva, tiene un rostro que refleja tantas penas como arrugas, usa un pañuelo atado a la cabeza y, como otras muchas campesinas pobres de Brasil, es analfabeta. Pero cuando toca el "pife", que es una flauta rudimentaria típica del noroeste del pais, no hay quien no la respete. Inmensa en su menos de un metro y medio de altura, arranca tantas lágrimas como aplausos de los espectadores en el escenario del Planetario de la Ciudad de Ri­o de Janeiro. Esta presentando su segundo disco profesional titulado "Bom todo" en el palco de "Musica en las estrellas", un concierto dominical que combina ese arte con imagenes de constelaciones, planetas y signos del zodi­aco proyectadas en el cielo virtual. "Comia frijoles y carne cuando aparecia. Y cuando no tenía, no comia nada", recuerda la flautista en entrevista con IPS poco antes de iniciar su show. Todavia no teni­a colocado el auricular de retorno de sonido, que se pone a regañadientes para subir al escenario, y la charla se hizo a veces difcil. Pero se anima cuando la dejaron fumar su "cigarro de palha", que ella arma agilmente. La conversacion continua narrando la historia que tantas veces tuvo que contar desde que salia de la gruta al incomprensible mundo de la prensa y de las entrevistas "Crié dos hijos, uno se lo llevo Dios y el otro está arreglándosela por ahi­", dice Zabe, quien nacio en la ciudad de Buique, en el semina¡do del nororiental estado de Pernambuco y despues se muda para el interior del vecino Paraiba. Cuando su situacion personal empeoro tras quedar viuda y con dos hijos, no tuvo más remedio que irse a vivir a una caverna, "loca" en el lenguaje del nordeste brasileño, en lo alto de una sierra.
Allí vivieron protegidos por las piedras, con una puerta de cuero, sin cama, cocina ni nada que recordase ni su pobre prehistoria de mujer campesina. Sin embargo, fue feliz, asegura a IPS. "Me gustaba allá. Me gustaba, soy como la onza (jaguarundi), soy feliz en la sierra", dice con una nostalgia que oscurece por momentos sus ojos azules en un rostro aindiado. Es que esta mujer curtida por el tiempo y las dificultades salia de la gruta para un asentamiento irregular de campesinos cuando el Instituto de Colonizacion Agraria del gobierno le dio a fines de los años 90 a ella y otros una casa y un pedazo de tierra para cultivas. Y salio al comienzo del nuevo siglo cuando a los 80 años es descubierta tambien por su talento, tan oculto como ella en la caverna. Ocurria gracias a un plan del Ministerio de Desarrollo Agrario, que busca opciones alternativas de los agricultores a pequeña escala.
La opción de Zabe fue tocar el pife, un instrumento cuyos acordes, segun recuerda, le enseñaron a tocar a los siete años su padre y hermanos. Hoy reconocida como una de las mejores pifanistas del pais, es la abuelita mimada de grandes musicos brasileños como Egberto Gismonti, quien fue especialmente al show del planetario para conocerla. "!Quedate quieto!, reclama durante el espectaculo al famoso multiinstrumentista Carlos Malta, que comparte con ella el escenario.
Malta fue el director musical del disco "Bom todo", editado por "Crioula Records", una compañi­a discografia que promueve musicos que todavi­a no encontraron su espacio comercial. Lu Araujo, la productora del sello, arregla el pañuelito blanco bordado que Zabe usa durante el espectaculo como unico vestuario de gala. "Mire m'hija, para mí no hay nadie malo. Tengo mas de 80 años y nunca tuve enemigos. La gente que sabe vivir, ¿sabe de verdad no?, reflexiona repentinamente con su productora. Pero hay cosas de este nuevo mundo de estrella que le fastidian tanto como el aparato auditivo y los viajes en avion. "Ahi venia­s vos con tus pinturas", se queja la abuelita a Josivani Caiano, una joven percusionista que forma parte de su grupo musical, que intenta ponerle un poco de rubor en sus mejillas.
A pesar de todo, Zabe dice que es feliz. Consiguio dinero que considera importante para "fumar uno" (cigarro), "tomar una" "aguardiente cada tanto" y comprar comida y vestidos. Pero no quiere nada más en la vida. Para ella que esta "toda rota, vieja y dolida" y por eso lo que consiguió es suficiente. y ¿A donde quiere viajar en avion con su nuevo disco?, le pregunto. "Salio a donde esta Dios", responde riendo, al descartar otros lugares como Francia, Estados Unidos o Italia, donde segun imagina "meten presa a la gente". Se acerca el momento del espectaculo y Zabe toma su "agua de pajarito", un trago de cachaça (aguardiente), como es costumbre en su tierra. Carlos Malta la viene a buscar y atraviesan los pasillos del planetario cantando y bailando un poco para perder el miedo. Las butacas están llenas. El palco del planetario se ilumina.
El resto se oscurece a medida que van surgiendo proyecciones de estrellas en el cielo virtual. "¿Lindo no, Zabe", le pregunta otro de sus musicos, River Douglas. "Sí, como se veían desde la gruta", responde Zabe desde su propio universo. El publico aplaude calurosamente. Y eso que ni empeza a tocar.

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