Nació en un pueblo de Moravia, hijo de Karel Kryl y Maria Krylová. Su padre poseía una famosa imprenta que le fue expropiada en 1948 con la llegada de los comunistas al poder. Al año siguiente la imprenta fue destruida y el padre sólo pudo encontrar trabajo en una empresa metalúrgica.[1] En los años sesenta se apasiona por la poesía francesa y descubre la música occidental, en especial a Billie Holiday. Tras su paso por el servicio militar se vuelve definitivamente antimilitarista y se acerca ideológicamente a los movimientos pacifistas y hippy.
Terminados sus estudios de cerámica y periodismo, en 1967, después de cinco años trabajando en una empresa cerámica (fabricaba tazas de water) se traslada a Ostrava donde colabora como freelance en la radio. Luego viaja a Praga y se emplea como asistente de documentales en la televisión nacional. Al mismo tiempo empieza a escribir sus canciones que, al amparo de la apertura que supuso la Primavera de Praga, interpreta en pequeños clubes y, sobre todo, en el teatro Waterloo Divadlo de Praga.
Ante las amenazas de enviarlo a prisión, a Karel Kryl no le queda más opción que abandonar el país y el 9 de septiembre de 1969 inicia un exilio en Alemania occidental que durará veinte largos años.
Nunca volvió a publicar un álbum en su país natal, sin embargo durante su exilio, a la vez que trabajaba en radio Free Europe en Munich publicó muchos otros discos, la mayoría de los cuales tuvieron enorme éxito en Checolovaquia. Sus canciones, llenas de ironía, escepticismo sarcástico y poética, continuaron teniendo una enorme difusión a escondidas en Checoslovaquia, hasta convertirlo en un auténtico icono anticomunista . Regresó en noviembre de 1989 durante la llamada revolución de terciopelo, si bien se mostró muy crítico tanto con la forma en la que se había llevado a cabo la revolución hacia el capitalismo feroz[4] como, especialmente, con la separación entre Eslovaquia y la república Checa. Ante la incomprensión general frente a sus críticas Kryl se sintió incómodo en su propio país y volvió a exiliarse en Alemania.
Murió de un ataque cardíaco en Munich, poco antes de cumplir los cincuenta años y está enterrado en el monasterio de Bresnov, en Praga. Tras su muerte se le concedió la orden del león Blanco, la más alta condecoración de la República Checa.[6] En 2006 se le puso su nombre a una calle en Praga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario